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Heurística y sesgos cognitivos en la práctica clínica

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En la práctica clínica del profesional sanitario, comprender el impacto de las heurísticas y los sesgos cognitivos es fundamental para ofrecer un tratamiento efectivo y personalizado. Las heurísticas, o atajos mentales, son estrategias cognitivas que simplifican la toma de decisiones, mientras que los sesgos cognitivos pueden distorsionar la percepción de la información, influyendo en la forma en que se evalúan los síntomas y se planifican los tratamientos.

Los profesionales sanitarios toman decisiones clínicas a diario en busca del mejor plan de acción para sus pacientes. Esta toma de decisiones está influida por factores intrínsecos como la experiencia del profesional, sus valores y creencias personales, su conocimiento del contexto, la autorreflexión, la metacognición y por factores extrínsecos como el paciente, su presentación clínica única y variables organizacionales. 

Sistemas cognitivos

Según la teoría del procesamiento dual, las personas utilizamos dos sistemas cognitivos para tomar decisiones que trabajan de forma complementaria: el sistema 1 o intuitivo y el sistema 2 o analítico: 

  • Sistema 1: implica el reconocimiento inconsciente, intuitivo y automático de patrones. Es un mecanismo adaptativo que ahorra tiempo y esfuerzo. Construye una interpretación coherente de lo que sucede en nuestro mundo en cada instante. Lo empleamos al reconocer rostros humanos o al tomar decisiones basándonos en heurísticos, experiencias pasadas repetidas o la intuición. El sistema 1 es el más usado en la práctica clínica y depende en gran medida de la experiencia del profesional. Un claro ejemplo es el diagnóstico de la enfermedad de Lyme al descubrir una erupción en forma de ojo de buey. 
  • Sistema 2: implica un proceso consciente y deliberado guiado por el pensamiento crítico que requiere la comprobación de hipótesis. Es más fiable, seguro y eficaz, pero también más lento y consume más recursos. Cabe señalar que el sistema 2 no garantiza una correcta toma de decisiones. Por ejemplo, el profesional puede no tener una base de conocimientos adecuada para tomar la decisión correcta. Incluso podría ser peligroso, si ante un dolor opresivo en el pecho que se irradia al brazo izquierdo y que recuerda instantáneamente a un infarto de miocardio, el médico no actuara y se parara a formular metódicamente un diagnóstico diferencial. 

Heurística y sesgos cognitivos

La heurística es un tipo especial de proceso del sistema 1. Se trata de atajos mentales que suelen operar de manera automática y subconsciente para resolver problemas de forma más rápida y eficiente que si el problema se analizara y resolviera deductivamente. En general, son bastante útiles, pero su uso hace que el profesional sea más vulnerable a los sesgos cognitivos.

Los sesgos cognitivos son la tendencia a tomar decisiones basándose en información incompleta y factores subjetivos en lugar de apoyarse en la evidencia empírica. A menudo, resultan de heurísticos que fallan de manera consistente y predecible, pero también pueden ser causados por el afecto y la motivación. Todo ello puede conducir a errores en el juicio. 

Esto no significa que todas las heurísticas conduzcan a decisiones equivocadas o malas; de hecho, pueden conducir a buenas e incluso mejores decisiones en muchos contextos que las producidas por enfoques más reflexivos. 

Los primeros trabajos científicos de Tversky y Kahneman en 1974, identificaron tres tipos principales de procesamiento heurístico: la heurística de representatividad, la heurística de disponibilidad y la heurística de anclaje y ajuste. Veamos en qué consisten: 

Heurística de representatividad

La heurística de representatividad es la tendencia a evaluar qué tan probable es un evento en base a qué tan similar es a un prototipo mental existente. Es decir, para responder a la pregunta «¿qué probabilidad hay de que este paciente tenga una enfermedad en particular?», evaluamos qué tan típicos son los síntomas del paciente para esa enfermedad. Si los síntomas son muy típicos es probable que se diagnostique que el paciente tiene esa afección. Por ejemplo, si un paciente presenta fiebre y náuseas después de estar en contacto con una persona de África occidental con el virus del Ébola, es probable que sea diagnosticado con infección por el virus del Ébola. 

Debido a que tendemos a confiar en la representatividad, a menudo no tomamos en cuenta otros tipos de información, lo que puede hacer que cometamos errores. Esto explica la existencia de diagnósticos incorrectos. Una persona puede ser diagnosticada de manera incorrecta SIN infección por el virus del Ébola cuando los síntomas son atípicos, pese a haber tenido contacto con una persona de África occidental. Simplemente, la información recogida no encajaba con el prototipo mental de la enfermedad. 

Si buscamos ejemplos fuera del ámbito clínico, piensa en una niña que pasa su infancia jugando con dinosaurios, visitando exposiciones de la prehistoria y viendo documentales sobre yacimientos fósiles. Cuando alcance la edad adulta, ¿crees que estudiará para graduarse en paleontología o en enfermería? Muchas personas esperan que estudie paleontología en función de sus intereses, aunque estadísticamente muchas más personas estudian para obtener un título en enfermería. 

Heurística de disponibilidad

La heurística de disponibilidad es la tendencia a evocar con más facilidad aquellas cosas que hemos visto recientemente o que son comunes o que nos impresionaron. Es decir, estimar la verosimilitud y la importancia de las cosas según su facilidad para ser evocadas o despertar asociaciones mentales. 

La heurística de disponibilidad puede conducir a una mala toma de decisiones. Los recuerdos que se traen a la mente con facilidad, con frecuencia son insuficientes para determinar la probabilidad de que las cosas vuelvan a suceder en el futuro. Por ejemplo, si un fisioterapeuta acaba de realizar un curso de ejercicio terapéutico, puede tender a emplearlo con sus siguientes pacientes simplemente por disponibilidad, sin pararse a reflexionar sobre su conveniencia. 

En el sentido contrario, las enfermedades que se presentan con menos frecuencia estarán menos disponibles en la mente del profesional y, por lo tanto, es menos probable que se diagnostiquen. 

Fuera del ámbito clínico, la heurística de disponibilidad puede hacernos cambiar el destino de las vacaciones porque acabamos de ver en las noticias que han secuestrado a un turista en ese país. O puede hacernos pensar que la capital de Australia es Sidney porque es más conocida cuando en realidad es Canberra. 

Heurística de anclaje y ajuste

La heurística de anclaje y ajuste es la tendencia a concentrarse en las características que más destacan del paciente al comienzo del proceso de diagnóstico y no ajustar de manera suficiente la impresión inicial a medida que se recoge información posterior. Esta primera impresión puede describirse como un «ancla». 

Cuando nos anclamos a una figura o plan de acción específico, terminamos filtrando toda la información posterior a través del marco que inicialmente hemos trazado en nuestra cabeza, distorsionando nuestra percepción. Esto puede impedir que hagamos cambios significativos en nuestros planes o predicciones, incluso si la situación lo requiere. 

Por ejemplo, un fisioterapeuta atiende a un paciente de 62 años que ha sufrido una caída de rodillas tras fallarle la rodilla derecha. El fisioterapeuta considera que el dolor y la impotencia funcional se relacionan claramente con el golpe. Pasan varias semanas y pese a que el paciente refiere dolor articular relacionado con el uso de la rodilla, rigidez matutina de corta duración y sensación de que se le dobla, el fisioterapeuta sigue anclado en la idea de que el origen de sus problemas es el golpe tras la caída y no considera la posibilidad de la artrosis de rodilla

Sesgos cognitivos y heurísticas comunes en la práctica clínica

Tras décadas de investigación, se ha descrito una amplia gama de sesgos y heurísticas que pueden surgir en casi todas las formas de razonamiento, ya sea el juicio cuantitativo, la toma de decisiones, el pensamiento moral o los dilemas sociales. A continuación se exponen algunos de los más comunes en la práctica clínica, los cuales surgen a menudo de manera conjunta: 

Sesgo de confirmación 

El sesgo de confirmación es la tendencia del profesional a buscar pruebas que confirmen su diagnóstico en lugar de pruebas que lo refuten; la predisposición a interpretar la información obtenida durante una consulta para que se ajuste a su diagnóstico preconcebido; la predilección por la información concordante con nuestras hipótesis y prejuicios. 

El sesgo de confirmación está estrechamente ligado a la heurística de anclaje y aumenta la probabilidad de cierre prematuro de un diagnóstico. Por ejemplo: si se sospecha de una infección de orina y se pide una prueba en la que los glóbulos blancos están elevados, el profesional confirma el diagnóstico sin cuestionarse por qué están elevados o qué otros hallazgos existen. 

En el sentido contrario, encontramos la evitación activa de información que consiste en rehuir informaciones que podrían desmentir las creencias o hipótesis del profesional y le harían sentir incómodo. 

Sesgo de cierre prematuro de diagnóstico

Sesgo de cierre prematuro de diagnóstico es la tendencia a aceptar la primera respuesta que se presenta que explica los hechos en cuestión, sin considerar si podría haber una solución diferente o mejor. Es decir, se deja de buscar más información o respuestas alternativas cuando se encuentra la primera solución plausible. Actuar de esta manera, conduce a una evaluación incompleta del problema, lo que puede resultar en conclusiones incorrectas. 

Sesgo de exceso de confianza

El sesgo de exceso de confianza refleja nuestra tendencia universal a creer que sabemos más de lo que sabemos. Ocurre en profesionales que tienen una opinión inflada de su capacidad de diagnóstico, lo que les alienta a diagnosticar una enfermedad basándose en información incompleta, en lugar de recopilar pruebas cuidadosamente. La confianza en sus juicios que no se alinea con la precisión de los mismos. Es especialmente probable que se desarrolle, si el profesional no tiene retroalimentación sobre su desempeño diagnóstico.

Este sesgo se relaciona con el efecto Dunning-Kruger, según el cual las personas incompetentes tienden a sobreestimar sus capacidades de manera bastante pronunciada. 

No solo eso, sino que esa misma incompetencia les impide apreciar el nivel de su propia incompetencia. Contra ello, el único modo efectivo consiste en aumentar nuestro conocimiento. 

Efecto bandwagon o efecto de arrastre o de manada

El efecto bandwagon se refiere a nuestro hábito de adoptar ciertos comportamientos o creencias porque muchas otras personas hacen lo mismo. Nos colocamos del lado de la mayoría por temor a sobresalir. A menudo está impulsado por personas influyentes con autoridad o carisma. En la práctica clínica, puede estar relacionado y dar lugar a una toma de decisiones conservadora para la atención al paciente. 

Un ejemplo puede darse en una reunión de equipo multidisciplinar. En ella se está discutiendo cómo evitar el uso de una sujeción en una persona que tiene riesgo de arrancarse la sonda vesical debido a su deterioro cognitivo. La mayoría apoya una opción pero algunos miembros del equipo sienten que la decisión tomada no es la mejor. Finalmente deciden optar por la opción preferida por la mayoría por miedo a las repercusiones. 

Sesgo de comisión

El sesgo de comisión es la tendencia a la acción en lugar de la inacción en momentos de incertidumbre, a pesar de la evidencia científica. El profesional prefiere “prevenir que lamentar”. Esto puede llevar a la realización de pruebas innecesarias o excesivas y al sobretratamiento. 

Por ejemplo, la investigación ha demostrado que los analgésicos potentes no proporcionan más alivio del dolor de espalda que otras opciones más simples, y de hecho tienen un mayor potencial de ser dañinos. Pese a ello, se siguen prescribiendo este tipo de medicamentos. 

Sesgo de omisión

El sesgo de omisión es la tendencia a la inacción basada en el principio de “no hacer daño”. Se considera que llevar a cabo acciones que pueden acabar produciendo un daño son peores o menos morales que las no acciones (omisiones) que acaban siendo igualmente dañinas. 

En el ámbito clínico, este manejo de los pacientes excesivamente conservador puede provocar retrasos en el tratamiento y una respuesta inadecuada a los síntomas clínicos. Por ejemplo, “para mi paciente estaría indicada la anticoagulación, pero podría tener una hemorragia cerebral. Es más seguro si no se la prescribo”. 

Otro ejemplo: durante la reanimación cardíaca, las compresiones torácicas no se realizan con la profundidad adecuada para evitar causar fracturas de costillas, lo que posiblemente haga que el procedimiento sea ineficaz. 

Sesgo del statu quo

El sesgo del statu quo está estrechamente relacionado con el sesgo de omisión. Describe nuestra preferencia por el estado actual de las cosas, por dejar las cosas como están, dando como resultado una resistencia al cambio y al esfuerzo que conlleva. Esto puede explicarse con el concepto de aversión a la pérdida. Cualquier cambio está asociado con posibles pérdidas e incomodidad. Como las personas tienen aversión a las pérdidas, las pérdidas pesan más que las ganancias a la hora de decidir. 

En los profesionales puede dar lugar a la «inercia clínica» cuando no se intensifican o reducen los tratamientos, incluso cuando está indicado. Por ejemplo, “mi paciente con diabetes no ha estado bien controlado este último año, pero podría ser peor así que dejaré las cosas como están”. 

En los pacientes, tener que considerar las ventajas y desventajas de aceptar o rechazar ciertas intervenciones a menudo es una confrontación asociada a incertidumbre e incomodidad, lo que da como resultado una preferencia por mantener el statu quo.

Sesgo del coste hundido

El sesgo del coste hundido es la tendencia a continuar con un esfuerzo si ya hemos invertido tiempo, recursos o dinero en él, con el afán de confirmar que no se han desperdiciado y que no supone un costo irrecuperable. Por este motivo pueden seguir aplicándose tratamientos de bajo valor. Por ejemplo, seguir usando técnicas que hemos aprendido en la universidad o en cursos de posgrado para las que hemos descubierto posteriormente que no hay pruebas de calidad que muestren su eficacia. Sirva como ejemplo esta entrada sobre el masaje transverso profundo y sus comentarios.

Sesgo de compromiso

El sesgo de compromiso es la predisposición a permanecer comprometidos con nuestros comportamientos pasados, en particular los exhibidos públicamente, incluso si no tienen resultados deseables y en contra de la nueva evidencia que sugiere que no es el mejor curso de acción. 

Heurística de afectividad

La heurística de afectividad es una manera automática de pensar, en la que los juicios y las decisiones están directamente regidos por sentimientos de agrado y desagrado, con escasa deliberación o razonamiento. Esto nos permite llegar a una conclusión de manera rápida y fácil, pero también puede distorsionar nuestro pensamiento y llevarnos a tomar decisiones subóptimas. 

Por ejemplo, si se tienen impresiones inicialmente favorables de un tratamiento, se pueden generar sentimientos de apego y considerar que tiene grandes beneficios y bajos riesgos, a pesar de que exista clara evidencia de lo contrario. 

También puede ocurrir que las nuevas molestias de pacientes que son “habituales” en el servicio de urgencias, no sean tomadas muy seriamente. 

Sesgo retrospectivo

El sesgo retrospectivo es la tendencia a creer, después de que un evento haya ocurrido, que era más predecible o inevitable de lo que realmente era en el momento en que se produjo. 

Esto puede llevarnos a sobreestimar nuestra capacidad de predecir el futuro (“si vuelve a ocurrir, lo detectaré con antelación”) o subestimar los riesgos (“haga lo que haga, sucederá sin que pueda mediar”). 

Además, si creemos que un evento era obvio, es menos probable que busquemos oportunidades de aprendizaje o que tratemos de entender las causas de lo ocurrido. 

Sesgo de género

El sesgo de género se refiere a nuestra tendencia a atribuir inconscientemente ciertas creencias sobre una persona dependiendo de su género, basándonos en los estereotipos en que hemos sido educados. 

En la atención sanitaria, el sesgo de género es la asunción errónea de igualdad o de diferencias entre hombres y mujeres. Esto puede generar una conducta desigual en los servicios sanitarios y en la investigación, lo que desemboca en la discriminación de un sexo respecto al otro. Como vemos, hay dos posibles fuentes de sesgo de género:

  • Asumir igualdad entre hombres y mujeres cuando hay diferencias a tener en cuenta en biología, enfermedades, condiciones y experiencias vitales. 
  • Asumir diferencias entre hombres y mujeres cuando no las hay, dando como válidos los estereotipos dicotómicos asociados. 

Históricamente, los problemas de salud de las mujeres se han observado desde una mirada androcéntrica, es decir, no han tenido visibilidad a causa de un sesgo inconsciente de que los problemas de hombres y mujeres son similares y que es posible extrapolarlos. La realidad es que las mujeres han estado infrarrepresentadas en la investigación clínica, especialmente en los ensayos clínicos, con lo que se han realizado extrapolaciones en las mujeres de los resultados obtenidos en estudios realizados mayoritariamente en población masculina. 

Actualmente, las investigaciones se centran en identificar el esfuerzo que se realiza para el diagnóstico y tratamiento de determinados problemas de salud padecidos por ambos sexos. Estos esfuerzos dependen tanto del profesional sanitario (su género, sus conocimientos, la interpretación de los signos y síntomas y la valoración de la gravedad inicial) como del paciente y sus condicionantes biológicos y socioculturales de género. 

Por ejemplo, entre las mujeres hay, en general, más consumo de fármacos psicotrópicos que entre los hombres. Esto puede ser dado por una mayor prevalencia de depresión y ansiedad o porque, al quejarse, inducen más la prescripción que los hombres. Pero también puede deberse a que los médicos atribuyan con más facilidad los síntomas físicos a factores psicológicos en mujeres que en hombres; o quizás tiendan a prescribir más fármacos a mujeres que a hombres por síntomas depresivos de baja intensidad. 

Arturo Goicoechea escribe en su blog: “Lo cierto es que la mujer tiene más y más intensos dolores que el hombre. Sin razón alguna que lo justifique, recibe menos atención y, con frecuencia, se cuestiona su realidad más que en el hombre”. 

Tanto el género del paciente como el del profesional afectan de manera decisiva a los estilos de comunicación y a la relación profesional-paciente. 

Las médicas tienden a extender más la duración de sus consultas, a abordar más la esfera psicosocial del o de la paciente y a integrarla de manera más activa. Mientras, la esfera biomédica es igualmente cubierta por los médicos y las médicas. 

Por otro lado, tres estudios subrayan que los pacientes informan de más síntomas a médicas que a médicos. Dos de ellos especifican que se trata de pacientes varones.

En cuanto a la prevención, las médicas proporcionan más prevención primaria y screening de cáncer, siendo las pacientes quienes reciben menor prevención primaria, excluyendo mama. En este sentido, los varones tienen más probabilidades de que se inicie una intervención de cese tabáquico con ellos. 

Investigaciones de género sobre la relación médico-paciente (2020)

Sesgo de autoservicio, egoísta o por interés personal

El sesgo de autoservicio, egoísta o por interés personal consiste en atribuir los eventos positivos y éxitos a nuestras acciones, pero culpar de los resultados negativos a factores externos ajenos a nosotros. Esto puede cumplir una función protectora de la autoestima, pero también puede ser problemático: si no atribuimos nuestros fracasos a nuestros propios errores, es menos probable que aprendamos de ellos y evitemos cometerlos en el futuro. 

Efecto marco

Las personas reaccionamos de manera diferente dependiendo de cómo se nos presente la información, en función de su “marco”. Una misma información puede ser más o menos atractiva según las características que se destaquen. 

No es lo mismo decir que existe un riesgo de hemorragia cerebral del 2% con la toma de anticoagulantes orales, que decir que existe un 98% de posibilidades de no sufrir una hemorragia cerebral con el tratamiento. 

Momentum diagnóstico 

El momentum diagnóstico es la tendencia a creer en los diagnósticos ya hechos por otra persona, y aceptarlos sin corroborarlos o refutarlos. Una vez que la etiqueta de un diagnóstico se ha colocado en un paciente, esta se hace cada vez más pegajosa y es difícil sacarla de nuestra mente. 

Pensemos en una paciente que acude a consulta con el diagnóstico de «rotura muscular del sóleo» por parte de su médico. La paciente presenta síntomas atípicos de rotura muscular; sin embargo, no se le valora más allá, y el diagnóstico correcto es en realidad una rotura parcial del tendón de Aquiles. 

Falacia de la conjunción

La falacia de la conjunción se produce cuando aceptamos erróneamente que un conjunto de circunstancias aparentemente relacionadas entre sí son más probables o susceptibles de suceder que una sola general. 

Un paciente confuso, con hipoxia y alteración de la función renal es mucho más probable que simplemente tenga una neumonía a que tenga un hematoma subdural, una embolia pulmonar y una obstrucción renal simultáneamente. 

Falacia post hoc

La falacia post hoc es la asunción errónea de que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. 

Por ejemplo, derramé la sal y al día siguiente recibí una mala noticia, por tanto derramar la sal trae mala suerte. Visité al homeópata por un dolor y al día siguiente no me dolía nada; está claro que el homeópata me curó. 

Falacia de la tasa base

En términos sencillos, la tasa base hace referencia al porcentaje de una población que tiene una característica específica. 

La falacia de la tasa base describe la tendencia de un individuo a descartar la tasa base a favor de la nueva información. De esta manera, el profesional juzga incorrectamente la probabilidad de que ocurra una situación al no considerar todos los datos relevantes. En ocasiones, esta falacia aparece relacionada con la heurística de representatividad. 

Ejemplo: durante la realización de una prueba de esfuerzo, una mujer de 21 años da un resultado positivo. La tasa base es tan baja en esta población que es más probable que este resultado sea un falso positivo que un verdadero positivo. Aún así, la médica somete a la paciente a una prueba invasiva como un angiograma. 

Errores de psych-out 

Los errores de psych-out describen una mayor susceptibilidad de las personas con enfermedades mentales a los sesgos y heurísticas de los médicos debido a sus condiciones de salud mental. Los pacientes con problemas de salud mental pueden tener nuevos síntomas físicos que no se consideran serios porque sus médicos los atribuyen a sus problemas de salud mental.

Cómo eliminar los sesgos cognitivos 

Los errores en la toma de decisiones tienen un impacto significativo en la seguridad y satisfacción del paciente. Para mejorar el proceso, debemos aumentar nuestra comprensión sobre cómo tomamos decisiones clínicas y sobre nuestros posibles sesgos y limitaciones. 

Se han propuesto diversas estrategias para reducir la repercusión de los sesgos cognitivos, pero aún existe incertidumbre sobre cuáles son las mejores. Es una área que necesita más investigación. A continuación se exponen algunas de estas estrategias:

  • Enseñanza específica de los sesgos: si bien parece un enfoque intuitivo, sensato y práctico para mitigar el sesgo, la evidencia para respaldar esto es mixta y hay suficientes estudios negativos para sugerir que, en el mejor de los casos, sería una intervención poco productiva. 
  • Reducir la velocidad (slow down) durante la toma de decisiones: es una intervención simple y respaldada por un creciente cuerpo de evidencia, que se puede implementar de manera factible en la práctica clínica. Permite reflexionar más críticamente sobre los datos y, en última instancia, cometer menos errores.
  • Metacognición: es la conciencia y la comprensión de los propios procesos de pensamiento. Considerar alternativas a nuestro diagnóstico o plan de acción puede favorecer la metacognición y mejorar la toma de decisiones. Por ejemplo, considerar “lo contrario” puede ayudar a mitigar el sesgo de anclaje y ajuste. Preguntar por la confianza que se tiene en un diagnóstico dado puede mejorar la precisión diagnóstica al hacer reflexionar y permitir el cambio de opinión, mitigando el sesgo de exceso de confianza. Sin embargo, pese a que la metacognición en el sentido más amplio ha demostrado un potencial real, los matices que rodean el momento y la naturaleza de su uso siguen sin estar claros. 
  • Listas de verificación (checklists): se trata de una herramienta que ayuda a no olvidar ningún paso durante la realización de un procedimiento, hacer tareas con un orden establecido, controlar el cumplimiento de una serie de requisitos o recoger datos de forma sistemática para su posterior análisis. Es un método simple y eficaz para reducir el riesgo de sesgo o de error por distracciones o por exceso de confianza en tareas estandarizadas. Son ideales en un entorno controlado, con pacientes y procedimientos predecibles, de ahí su popularidad en el mundo quirúrgico. La evidencia experimental para respaldar su implementación en la medicina se está acumulando lentamente. 
  • Enseñanza de principios estadísticos: muchos clínicos e investigadores se lamentan de su falta de formación en estadística y lógica y achacan a ello su falta de comprensión de los principios subyacentes, lo que lleva al error. Si bien su enseñanza puede parecer un remedio obvio, la evidencia experimental no ha demostrado que sea de mucha utilidad clínica. 
  • Otras propuestas para tratar de eliminar los sesgos cognitivos son: tomar las decisiones de manera compartida con el paciente; obtener perspectivas externas de mentores o colegas; reducir la carga cognitiva mediante un sueño y entorno de trabajo adecuados; integrar sistemas de ayuda a la decisión en la historia clínica electrónica; desarrollar “juegos serios” para la formación sanitaria y la modificación de sesgos. 

Para finalizar y adoptar un enfoque pragmático, estas son algunas reglas a seguir para una buena toma de decisiones sugeridas en The BMJ:

  • Sé consciente de la tasa base.
  • Considera si los datos son verdaderamente relevantes o solo destacan. 
  • Busca razones por las que tus decisiones pueden estar equivocadas y considera hipótesis alternativas. 
  • Haz preguntas que refuten tu hipótesis actual en lugar de confirmarla. 
  • Recuerda que estás equivocado más a menudo de lo que piensas. 

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Referencias
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Alejandro Buldón Olalla

Fisioterapeuta Experto en Actividad física y deporte, con una larga experiencia en el ámbito de la geriatría. Máster en Redes sociales y Aprendizaje digital. Intenta acercar la fisioterapia a las personas en Fisioconectados.com